Me dijistes.

Sigo en mi anhelo de poder conducir, de conducir un software para que haga lo que yo quiera, para que haga dibujitos bonitos, gaticos azules, verdes o naranjas, al igual que un software que deba pensar en ciudades inverosimiles que se extienen por todo lo infinito de un lienzo blanco proyectando sombras sobre él. Lamentablemente estoy ya muy infectado y sucio con las mundanales doctrinas del derecho que han coadyuvado (verbo horrible) a que lentamente piense cada vez menos en los puntos del gatico para orientarme hacia el debate infinito del contenido de la palabra "poder". Siempre he querido poder hacer origami, siempre he querido poder tocar un poco de música, igual, siempre he querido tener muchos juegos de video. Pero a medida que me doy cuenta que no puedo hacer nada de eso, me dan ganas de hacer otras cosas, como ser abogado, ser columpio, ser arquitecto-restaurador-curador-artista-tenedor-cuchara, en una metamorfosis sin sentido en la que no me encuentro con nada ni nadie, estoy convencido de muchas cosas, pero ellas mismas se encargan de mostrarme que me engañé, y que aún no puedo manejar el software con el que vengo instalado, a lo mejor es hora de una actualización para quitarme el virus.

A próposito de verbos horribles se me vienen a la mente otros, dimanar, departir, transigir, indiciar, anonadar, son amigos de coadyuvar.