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Historia de como la verdad...

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Pese a los problemas (y probables consecuencias) del bautizo de este escrito, no se
pretende más que decir unas cuantas palabras y reflexiones sobre la verdad,
partiendo de un concepto -como el de historia-. Por lo tanto, omitiendo esta
primera e importante desilusión, se puede avanzar un poco en en este tema.
Es importante aclarar un pequeño esquema de actuación para este texto y hacer
una pequeña escisión del tipo semántico para poder continuar, si se menciona
“verdad” en este texto se hará en un sentido más o menos estricto de “verdad”
referida a los enunciados que un sujeto emite sobre la realidad. Vale decir, no se
hablará (en principio) de “la verdad” como una calidad de lo que la mayoría
llamamos realidad (externa), aunque en algún momento se pueden relacionar
ambos puntos, al fin y al cabo, se enuncia sobre la realidad, y a su vez, se afirma
que esta es verdadera. En el primer caso mencionado se habla de la verdad de las
proposiciones a diferencia de las falsas y en el segundo de ellos, de la realidad
verdadera a diferencia de la apariencia o ilusión, este último el primigenio
enfoque de la filosofía clásica.


En el lenguaje común podemos encontrar muchos usos y voces de la palabra
“historia”, pero nada mejor que un diccionario importante como el buen
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, nos pueda ofrecer para
saber que decir, no decir y cuando decir en relación con esta palabra:

“Historia.
(Del lat. historĭa, y este del gr. ἱστορία).
1. f. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria,
sean públicos o privados.
2. f. Disciplina que estudia y narra estos sucesos.
(...)
7. f. Narración inventada.
8. f. Mentira o pretexto.
9. f. coloq. Cuento, chisme, enredo. U. m. en pl.”2
Con esta guía, como un mapa de carretera, haré algunos cortos comentarios sobre
lo que pienso de la -verdad-.


Creo, con más agrado que molestia, que el afán académico de quienes gastan su
vida complementando el diccionario es tal que la mayor parte de los usos de
palabras frecuentes como esa, se encuentra recopilado en sus páginas;
Probablemente no sea el caso con palabras de uso menos frecuente, corriente y
ordinario, pero es posible incluso ahí llevarse sorpresas.


Se tomará como puntos de partida las definiciones de los numerales séptimo y
octavo en relación de su contenido semántico con el robusto numeral primero de
la citada definición.


Frente a los siguientes enunciados: - el año de 1789 fue un año muy importante de
la Revolución en la historia de Francia – y – El rey Ignacio Manuel III es uno de
los más importantes de la historia de Francia-. Teniendo en cuenta la definición
plasmada en el numeral primero: “Narración y exposición de los acontecimientos
pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados” podríamos afirmar más
allá de la duda razonable que la primera afirmación (a) es verdadera, mientras que
la segunda afirmación (b) es falsa, si se cumplen algunas condiciones susceptibles
de ser verificadas tales como, la existencia de los acontecimientos esto es, 1789
fue un año decisivo para la revolución y es aceptado socialmente como un año
muy importante y que, revisando la prole y línea de sucesión de los reyes
franceses del primero hasta el último, para descubrir que nunca existió un rey que
respondiera al nombre de Ignacio Manuel, y toda vez que estos acontecimientos,
revolución y realeza son dignos de recordación caben definiciones como historia
para estas afirmaciones.


Es importante recalcar la necesidad de un contexto previo de interlocución para
que se den este tipo de enunciados, esto es, ni el enunciado a ni el enunciado b
pueden ser sujetos del examen de verdad-falsedad si estos no se refieren a la
realidad, (y como podrían no hacerlo), de suerte que, para este examen se requiere
que antes de hacerse sepamos a que hace referencia los enunciados, lo mejor, no
solo estos a y b sino cualquier otro requiere esto para poderse determinar su
verdad.


Esta referencia a la que hago relación se trata de un elemento metalínguistico,
como quiera que hace parte de la intención del hablante y no se encuentra dentro
de ninguna palabra o expresión lingüística, es así, que por asuntos de referencia
podemos descartar también la verdad o falsedad de expresiones, siendo que estás
pueden ser perfectamente válidas en otro ámbito, pienso pues, que se necesita
tanto un enunciado, con un significado verificable y una referencia metalínguistica
que nos ubique dentro del conocimiento, esto es ¿qué nos quiere decir este
enunciado más allá de sus proposiciones?


En este caso, como no se trata de proposiciones que vayan a ser objeto de
comprobación de “verdad” lógica, es menester la presencia de un contexto de
referencia y este no es otro que nuestra propia experiencia sobre la realidad; que a
su vez, es uno de los principales motores que generan usos y costumbres de las
palabras frente a los enunciados y su correlato realístico.


Esta comprobación que frecuentemente realizamos sobre la verdad de los
enunciados es la que se adapta a la teoría de la adecuación de la verdad, que
requiere que el enunciado se adecue a la realidad, es decir, la verdad es verdad del
enunciado en cuanto corresponde con algo que se adecua al enunciado, pero
adicionalmente a ello, pienso que se requiere la referencia para que podamos
predicar verdad o falsedad de los enunciados.


Ahora bien, tomemos como eje las definiciones de historia contenidas en los
numerales séptimo y octavo de “historia” y veremos que frente a esta definición
de su uso podemos decir que cualquier narración, tanto los enunciados a y b son
historia, y como tal, b tiene una sesgo de verdad verificable en su contenido. Esto
es, que la referencia cambió y por lo tanto la verdad sobre los enunciados también,
sin que haya habido un cambio en el significado de los enunciados.


De aquí se puede sacar una primera conclusión, la adecuación de la verdad frente
a los enunciados que describen la realidad es una operación racional que involucra
que confrontemos la realidad que construimos previamente junto a la referencia y
nuestra propia concepción y construcción de verdad, puesto que esta también hace
parte de aquello que construimos y no es una característica intrínseca de las cosas,
es decir, no se puede hacer una disección de la historia, o de algún enunciado que
afirme a o b para extraer de su interior la verdad.


Se puede decir entonces que, este molde en el que adecuamos la “verdad” de los
enunciados no es otro que el que nosotros mismos construimos con base en
nuestras experiencias y conveniencias, una verdad antropomórfica que no viene
dada en la naturaleza, en un árbol mágico de la verdad de donde se descuelga una
sola verdad para cada afirmación, a menos claro, que este árbol sea el mismo que
nosotros plantemos con el uso de nuestra razón en la naturaleza del pensamiento
humano, frente a esto Nietzche manifestó:


“ Si alguien esconde una cosa detrás de un matorral, a continuación la busca en ese
mismo sitio y, además, la encuentra, no hay mucho de qué vanagloriarse en esa
búsqueda y ese descubrimiento; sin embargo, esto es lo que sucede con la búsqueda
y descubrimiento de la "verdad" dentro del recinto de la razón. Si doy la definición
de mamífero y a continuación, después de haber examinado un camello, declaro: "he
aquí un mamífero", no cabe duda de que con ello se ha traído a la luz una nueva
verdad, pero es de valor limitado; quiero decir; es antropomórfica de cabo a rabo y
no contiene un solo punto que sea "verdadero en sí", real y universal, prescindiendo
de los hombres”. (NIETZSCHE, Friedrich: Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral).


Así, es preciso afirmar que hay que identificar varios elementos que sirven para
determinar la verdad de los enunciados, a saber, el acontecimiento (o cosa), un
significado, una referencia y la propia aseveración sobre el acontecimiento(o
cosa), esto es, lo que se afirma o se niega sobre la realidad, vale decir, un signo o
representación. Es preciso aclarar en este punto, que es viable la existencia de
signos o representaciones (aseveraciones) sobre cosas realmente inexistentes
como entes-objeto en la realidad, esto es así, puesto que además del significado se
cuenta con el elemento referencial de tales acontecimientos (o cosas), por
ejemplo, los hombres construyen seres inexistentes dotándolos de características
propias con base en seres previamente existentes, convirtiéndose estos en
referencia obligada, verbigracia, la explicación o el significado de una sirena sin
recurrirse por analogía de dos seres existentes previamente, esto es claro, por
conveniencia más que por “naturaleza” como quiera que es posible inventar una
categoría de seres independiente que agrupe a las sirenas y tritones, pero que por
motivos por fuera del “actual” alcance del hombre no podrá contener a ningún
ente con estas características, con base en esto, también se puede predicar verdad
o falsedad de este tipo de enunciados, puesto que cuentan con una siempre con
una referencia, esto adicionalmente quiere decir que no es posible crear seres
(entes) en el pensamiento humano con base en absolutamente nada, de ahí la
necesidad de contextos previos o experiencias sensoriales.


De esta forma, es que podemos hablar de historia e historias, sentidos y
referencias distintas, por lo cual, no se puede determinar a prori y en abstracto el
valor veritativo de enunciados que contengan estos signos (o la verdad de este
signo en sí), Si todo esto es así, ¿a qué se le llama mentira?


Debería considerarse que aquello que se llama verdad difiere de aquello que se
llama mentira, en relación con el mayor o menor grado de aceptación de la
referencia que posea el enunciado, por ejemplo, si a un sujeto le es preguntada la
hora y este responde – son las 17h00 – cuando su reloj marcase las 16h57.
Haciendo una prueba de veracidad que no tuviera en cuenta la referencia,
correspondería afirmar que la respuesta a la pregunta es falsa, sin embargo, la
mayor parte de la gente, la tomamos como verdadera, esto es, la referencia que
usamos comúnmente para comunicarnos en relación con la hora, es tolerante con
algunos minutos de diferencia; así, este nivel de tolerancia nos permite
experimentar con el umbral verdad-falsedad.


Por el contrario, llamaremos mentira, a aquello que nos desagrade en relación con
el nivel generalizado de tolerancia sobre la referencia del enunciado planteado.
Esto no es otra cosa que afirmar que la verdad no describe la realidad, no es una
característica que describamos con el lenguaje, sino más bien, nuestra propia
expresión de preferencias y desagrados con el nivel de tolerancia socialmente
aceptado sobre una referencia determinada.


En estos términos, no queda otra que afirmar que, la verdad es una construcción
social, que implica un nivel de tolerancia, que implica aceptación por parte de los
usuarios del lenguaje, y sobre todo, implica facilidad para ponerse de acuerdo
sobre temas de la cotidianidad, en este sentido Nietzsche manifiesta:


“Yo opto por una verdad que es el producto de una construcción del lenguaje. En sí
mismo, todos los sentidos son cáscaras de huevos vacías, pero con el uso y una serie
de reglas de juego se construye el sentido de "verdad". El uso apropiado que se hace
de esas construcciones involucra una necesidad de comunicación "se da un acuerdo
de paz" con respecto a las denominaciones sobre las cosas” (NIETZSCHE,
Friedrich: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral).


Así las cosas, puede que este texto si resulte siendo una historia, eso depende de
lo que mis interlocutores piensen sobre la referencia de esa palabra, averiguar el
valor de verdad de la misma, dependerá del acuerdo al que se llegue sobre su
referencia, sin palabras no hay verdad.

Cuento del Atril V 1.2

El atril


Hoy fijé mi atención de modo cotidianamente estúpido en un atril que sostenía con disgusto unas cuantas partituras, en el momento en que fue gentilmente inclinado para la mayor comodidad del músico observador, de súbito, se tambalea.


Tanto el inclinador como el músico que contemplaban la escena quedaron perplejos, a la expectativa como se mueva, se jugara el todo, un microsegundo de total y absoluto desconcierto. ¿El atril se caerá o no? Un ligero balance hacia el frente, y las hojas que sobre el posaban se agarraron de su borde metálico con fuerza mientras que la suave y constante corriente producida por el movimiento les batía las esquinas; el atril ahora cambia de mente y se va hacia atrás y de nuevo bate las hojas con su soplido. Así comienza a tambalearse varias veces y a confundir a todos quien en silencio aguardan la final conclusión del su artístico baile; con más inteligencia que gracia el atril decide quedarse quieto para que todos vuelvan a ignorarlo, es un atril tímido que prefiere no llamar tanto la atención, además las hojas comienzan a marearse y él teme las húmedas y escatológicas consecuencias. Corrido y ajustado el atril comienza el concierto en el que me dormí.

                                                           atril

Wordle 1


Wordle

Cito, por los derechos de autor.
Saludos

De promesas, historias y melancolías.

 

Recuerdo de una vez en que nos decíamos que íbamos a vivir juntos, que íbamos a tener de mascota un cuy y él sería el objeto material de todas nuestras discusiones, desde las tórridas y cargadas de dolor, hasta las vanas y e inútiles (tanto como las otras) pero más superficiales, todo esto, maravillosamente ingeniado, de tal suerte que la mascota objeto de discusión, de amor, de necesidad, algún día iba a ser devorada ante los ojos atónitos del otro, recreando de algún modo el mito griego de Cronos comiéndose a sus hijos,

 

Como consecuencia esto generaría un montón de disparates y chismes de peluquería. No recuerdo que más cosas decíamos antes, pero si eran de este talante, mamita querida.

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