Blog del Axolotl y otros animales.

YORACITE (Y AHORA SI TE) VERSIÓN 0.1.1.1.1.B

Fue sorprendente increíblemente la cura para mis males apareció de la nada, simplemente me levanté y la costra de ese nudo negro clavado en el centro del pecho iba cayendo, mi vida ha vuelto por obra de los mitificados dioses. El día pasó en total normalidad, el nudo se iba deshaciendo del negro carbón hasta que se convirtió en un corazón normal que bombeaba sangre llena de nicotina por todos lados. En la noche, en una sala con un caracol gigante de madera incrustado en el techo, digo, es un caracol porque lentamente se desplaza por toda la sala dándole ese aspecto de inclinada, pero de todos modos es un animal, justo ahí, debajo de eso, todos nos reunimos para ver un show musical, era un engendro translucido que poseía un señor con disfraz de monja. Apenas aparece el señor se para en el escenario y hace una venia, es ahí cuando aprovecha el ente para poseerlo, y cuando él se sentaba en el banquito de las orejas redondas el hechizo se completaba. La gente devota al engendro estaba muy anímica, él no lo era tanto porque iba meterles el dedo en la garganta para que les diera tos, les rascaba la barriga para que se tiraran pedos y los pellizcaba para que gritaran, creo que nadie se daba cuenta, pero la velada se venía adornando con finos toques fisiológicos por parte del auditorio, claro otras personas estaban muertas de la risa por el espectáculo, pero el hombre que estaba en la sala se esforzaba por masacrar el piano con todas sus fuerzas, a medida que todo el acto se desarrollaba mi vida se iba sentando en mi lentamente, como si también me poseyera, de modo que no fue el engendro nuevamente, sino yo mismo quien ocupaba mi silla, definitivamente era yo. Mientras en el arpa metálica el engendro a penas asomaba sus ojos vidriosos toda la gente proseguía con esa serenata de gritos, pedos y risas que el pianista acompañaba algremente con los capriccios y los intermezzos, todos éramos tan felices ahí, cuando el concierto acabó, el señor con traje de monja se inclinó nuevamente y con un ademán de la mano se libró del engendro que corrió por toda la sala para recoger los pedazos de risa, pedos y gritos que estaban diseminados por la sala, una noche singular y perfecta, llena de aplausos, gestos, abrazos y lagrimas, y, el señor engendro que llenó en su bolsa de engendreces los restos para después depositarlos con meticuloso cuidado en el arpa del piano para futuros conciertos para el regocijo y la cultura popular de la gente.

1 comentarios:

  Anónimo

9:34 p. m.

Hey!!!!!!! Hermosura bonitinha, dulcecillo pastuso, la espontaneidad en pasta, la creatividad caminante, el mejor humor ever known, el amiguete que andaba buscando. Te quierooooooooooo y me debes una parrandeada en el Quebracho. Beijo.

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