Blog del Axolotl y otros animales.


Cenotafio (Del lat. cenotaphĭum, y este del gr. κενοτaφιον, sepulcro vacío). Lo que empiece con este nombre será una recopilacion con dolor del alma negra y nefasta de cosillas, series, cosas reminiscentes. por ahora, advierto la mayoría no son de mi autoria, en beneficio de su autor y a su salud y beneplacito -Opossum-

FICCION UNO (fábula) El cara de mapache sale de la cueva con su rojo pelambre y en plena hora sin sombras tiene dificultad para ver con nitidez cinco metro adelante, donde la tímida y gorda zarigüeya reposa con su habitual vianda de la hora sin sombra (tiene viandas para cada hora) y con impaciencia intuye la presencia del mapache que con desprecio le lanza una mirada y vuelve a la cueva corriendo como quien escapa de un depredador. La zarigüeya aguarda unos momentos en el bosquecillo habitado por alimañas de innombrable fealdad que no tienen problemas en hacerlo sentir extraño, pero la zarigüeya no se deja intimidar por las bestias lobunas de este bosque alejado de su apacible morada y erguida en sus patas traseras se aventura en la caverna maloliente. Ya adentro la situación se torna oscura (obvio, es una cueva) y entre tanto animal le es difícil distinguir al hermoso mapache rojo de los otros; comunes y vulgares zoomorfos como ella misma. La espera no parece dar frutos, el mapache no se deja ver y el complejo davivienda (ya sé que no es el contexto y que además es un mal chiste) hace que la zarigüeya se sienta confundida y triste. Del vientre ignoto de la cueva pululan animales de toda clase, pero carecen de gracia y pasan inadvertidos ante los ojos miopes de la zarigüeya que espera ansiosa la aparición del mapache en un rincón. Por fin el mapache sale por la boca de la cueva acompañado de un ejemplar mas bien vulgar de lince de los Alpes y con frialdad mapachina se dirige hacia la zarigüeya que está a punto de estallar de la dicha ante un evento tantas veces esperado y al estar frente a frente le dice en mapachino - kiubo, espéreme un rato – acto seguido se da la vuelta y con habilidad despacha al lince que corre a refugiarse en brazos de un oso de circo de pueblo, el mapache, dueño del lugar, mira detenidamente a la zarigüeya, se acerca, y con premeditada astucia le zampa un mordisco letal en la yugular, la muerte no es inmediata, pero permite al mapache pasearse orgulloso por el bosquecillo con la zarigüeya en la boca, quien se desangra feliz en sus fauces ante la mirada indiferente de los animales presentes.

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