Mo y la luz que entra por la ventana.

Era la hora de comer, él no siente esas horas pero siente como hay bichitos que caminan por su estomago y le da mucha risa, son cosquillas, busca algo de comer al levantarse de su cama ve por la ventana como hay una luz de color amarillo que se está metiendo como un rayo a estrellarse contra su piso. -¿Por qué entra esa luz de ese modo tan agresivo?- El piso y Mo se sienten agredidos por una luz fugaz que alcanzó a colarse en medio de dos nubes que no paran de desintegrarse en pedazos de lluvia, los tejados a lo lejos se distinguen anaranjados, bañados con chorros de agua brillante como oro líquido que les cae de las caprichosas nubes, la luz sigue entrando a su cuarto, a su piso, pero es cada vez más debil, cada vez que Mo la ve con rabia por entrar sin decir nada, por filtrarse y bañar el agua de oro, por golepear su piso lleno de polvo, por ser una luz que no se puede tocar ni oler, por eso la odia, una luz amarilla que pinta los techos y el agua, pero ¿por qué entra a la habitación de Mo? ¿será que a la luz le gustan los hombre oso?
Mo no piensa igual, salta para no tocar esa fea luz y con sus manos de hombre cierra completamente las cortinas esta fastidiado que primero la luna se tome su agua y ahora la luz juege con su piso.