Mo recuerda espontáneamente.

Es posible ver a Mo recostarse sobre el pasto ligeramente mojado, dar algunas vueltas sobre su espalda, como si se rascara la más terrifle infección formica, pero no, lo hace jugando, acordándose de cosas, el pasto mojado lo divierte, y es algo que en esta epoca de orejas mojadas él sabe con certeza, -no hay nada mejor que un pasto mojado después de comer- piensa Mo.

Para que la diversión funcione de modo ideal es preciso que Mo tenga su maleta de recuerdos llena con alguno, de lo contrario, revolcarse incesantemente sobre la yerba haría que la gente piense que él está loco, riendo a carcajadas, mojado y verde la espalda; como todos sabemos Mo no está loco, es un hombre oso.

Todavía no terminaba de llover y Mo ya estaba viendo si en su maleta había algo para poder ir a carcajearse, sentía la vecindad del pasto humedo, extrañamente Mo la encontro vacía, pero no le preocupó del todo, habría que llenarla de nuevo y ya está; la persona tercera está en el parque viendo como corren las gotas de la lluvia a través de unos canales diminutos y elongados que nacen desde el suelo y rematan en una punta ridiculamente inofensiva, aunque lo sea para él, a persona tercera no le importa ni la lluvia, ni el sol, su concentración está completamente dirigida a aquello verde inserto en la tierra; nota que hay un segmento del suelo que no se encuentra completamente parejo como el resto, sino que está aplastado y un poco amarillento en forma semi circular que si se observa muy cuidadosamente puede inducir que ese punto del espacio es frecuentado en los días grises por un ser mitar oso mitad persona, maquillado como el integrante de Kiss que se acuesta boca arriba y se revuelca ahí, que brillante investigador, la persona tercera deja su tarjeta en el sitio de los hechos, indicando nombre (tercera persona) oficio (contemplador) y dirección (Edificio), no había teléfono ni nada más.

Termina la lluvia y Mo se afana un poquito poruque no encontró que echar en su maleta, sus vibrantes recuerdos, se fueron donde hacía más sol. Agarra la maleta por el estrecho mango y baja hasta el parque con ella, cuando se acerca a su tradicional punto de yerba él encuentra una nota que dice: "Mo, deja tu maleta, Persona Tercera" obediente, como son los hombre oso, él recogió la nota se acostó a sentir como una fina llovizna aún estaba cayendo, no quiso dar vueltas, dentro de su maleta quedó el papel, la nota esa, ahora casi nunca sale, no le gusta como antes que se le mojen las orejas. Espera junto a su maleta que vuelvan los días de sol.