Más de la estupidez.

Como es posible que uno no se vuelva arrogante cuando está rodeado de arrogantes, como es posible que no no sea estúpido, si los que lo han rodeado toda la vida lo son.

Esfuerzos de centurias han tratado de remover esas escorias animaloides que corroen el espíritu humano, lo triste, es que hay gente que a estas alturas de la vida todavía cree en ese espíritu.

Escribo bastante resentido estas cortas líneas, fruto de una, también corta conversación, es maravilloso notar como soy un incoherente y desagradable cuando ellos me encuentran, como sacan de mí eso que yo trato de ocultar tan afanosamente, es que ellos me manejan y me controlan a su antojo, y la relación es divertida, proporcional a la distancia, me siento tan incapaz de moverme, de pensar, de sentir por mí mismo. Veo que todo a su alrededor (pese a la distancia) se encuentra podrido. Siempre lo logran, sacarme de mí, volverme un incoherente, arrogante y estupido, me vuelven como ellos con una facilidad incomprensible. Se divierten haciendolo, se divierten ridiculizandome, dando testimonio de su amor, su interminable ironia. Como me duele que ellos estén en mí, se que para eso no hay procedimientos médicos, están ahí y siempre les huyo, me alejo lo que más puedo, pero me llaman y me gritan. Yo siempre cedo, que falacia.